El concepto del ubuntu viene del África primigenia como una filosofía, en extremo importante, que se refiere a la presencia del ser como unidad, capaz de llevarnos a la presencia del todo a través de la importancia real que tiene cada una de las partes. Es una regla ética enfocada en las relaciones y la lealtad entre las personas, una síntesis adecuada para la importancia del líder social que tiene que surgir como posibilidad en el mundo hipercomplejo de hoy, en el cual la multicultura y el mestizaje son realidades cada vez más evidentes. De las traducciones posibles del término ubuntu en español, el más cercano sería: “Humanidad hacia otros”, o “Soy porque nosotros somos”. Es decir, una persona es persona en razón de las otras personas, o la creencia en un enlace universal que conecta a toda la humanidad.
Teoría de los capitales
El ser humano comenzó a satisfacer sus diferentes necesidades con otros seres humanos con los que compartía un mismo espacio y un mismo origen, estableciéndose una cultura que unificaba la forma de satisfacer las diferentes necesidades y les brindaba la seguridad de compartir la misma identidad y de no sentirse solos ante tantas contingencias de la vida.
De esto probablemente nació el concepto del poder que se les daba a los más capacitados para enfrentar y superar las diferentes realidades adversas. Primero político, luego militar (guerrero), económico y religioso, hasta imponer el comportamiento individual y grupal. Este poder creció y se desarrolló hasta que surgen las ciudades como una realidad que fue perfeccionando el poder político. Al solidificarse el poder de la identidad, surgió la necesidad de tener cada vez más espacio para este ejercicio del poder y los seres humanos comenzaron, de una manera sistemática y con objetivos definidos, a tratar de conquistar a otras culturas que, al paso del tiempo, se fueron integrando –más allá de lo político- a través de la convivencia con otros seres humanos diferentes, propiciando sociedades multiculturales y el mestizaje. Sin embargo, el desarrollo cada vez mayor del poder económico dio más seguridad de vida a quienes lo tuvieran, creándose –además- el concepto de bienestar como el resultante de la posesión de una mayor capacidad económica.
En este punto, dentro del mosaico de costumbres y valores multiculturales, la lucha entre el poder político, protector de la identidad y la cultura, y el poder económico que fue creciendo en la misma medida en que se rompían los límites, apareció la figura del político con habilidades de manejo del poder económico, así como la de quien, teniendo gran poder económico, fue adiestrándose en el manejo de lo político.
La dinámica que se fue generando en la segunda mitad del siglo XX por el crecimiento de las sociedades multiculturales y el enorme mestizaje, exige un nuevo liderazgo que todavía, en esta primera década del siglo XXI, no tiene un perfil preciso y que puede llamarse el “líder social”, ése que entienda que desde lo social se pueden sustentar excelentes relaciones con lo político, sin que se imponga una ideología y propiciando que el liderazgo económico se encamine hacia la socio-gerencia, que, vista de esta manera, es más importante que la llamada “responsabilidad social”.
El líder político, especialmente el altamente ideologizado con una escuela específica de pensamiento, tiene grandes y graves dificultades para hacer un liderazgo social de comunidades con gran diversidad cultural o gran mestizaje. El líder económico tiene grandes y graves dificultades para hacer un liderazgo social en el cual se tengan que tomar en cuenta los elementos restrictivos que no terminen por dañar a los seres humanos que tienen menos posibilidades y al medio ambiente por la obtención de ganancias económicas. Esto hace que el siglo XXI, con todos los elementos de crecimiento y desarrollo humano individual, pueda ser el que dé origen a un liderazgo que, fundamentado en lo social, pueda clarificar y optimizar la presencia y los roles que tienen que cumplir tanto los líderes políticos como los económicos.
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